Mariano Rajoy ha cumplido su sueño. Lejos quedan aquellos años en los que el joven Mariano vivía a la sombra de don Manuel Fraga como Vicepresidenfe de Galicia. Rajoy debía ser excesivamente inquieto y don Manuel, aún vigoroso, lo envió a Madrid con carta de recomendación, para que hiciera carrera lejos de las meigas incomodadas de Fraga. Ya sabemos que en política las patadas en el culo y hacia arriba dejan contentos a casi todos y evitan males mayores.
A partir de ahí Rajoy fue subiendo como la espuma, saltando de árbol en árbol, a cual más alto, en la selva de la política. Después de varios cargos "menores" y bien aferrado a la liana, Aznar lo inscribió en su famosa libreta azul como Ministro de Administraciones Públicas de su Gobierno; posteriormente pasó a ser Ministro de Educación y Cultura, después del Interior y más tarde de la Presidencia y Viceperesidente 1º del Gobierno. Su partido, o mejor dicho Aznar, lo nombró sucesor para ser el futuro Presidente del Gobierno de España. Todo iba miel sobre hojuelas -salvo algunos "ilillos de petróleo en el mar"- cuando el mayor atentado terrorista en la historia de España, fruto de habernos metido Aznar y su gobierno en una guerra injusta y cruel, teñida de mentira y falsedad institucional, hizo que la liana hacia la presidencia del Gobierno de la nación se cortara de cuajo y lo lanzara a la más absoluta e inmisericorde postración de jefe de la oposición.
Desde ese momento Rajoy fue cuestionado por gentes de su partido y por medios de comunicación afines a la derecha -recuérdese que incluso a Federico J. Los Santos, la conferencia Episcopal lo apartó de la COPE por la gracia de dios- como el candidato idóneo del PP para volver a saborear las mieles del triunfo conservador en España. Pero Mariano supo aguantar el tirón y rodearse de gente paciente y fiel que, junto a una crisis global sin precedentes, que al mundo y a España no, peor que a Rajoy y a su partido le ha venido que ni pintada, ha podido alcanzar su objetivo prácticamente sin decir "esta boca es mía". Y ahí le tenemos, flamante Presidente del Gobierno de España con una implacable mayoría absoluta fruto de la abstención y de las meteduras de pata de ZP.
Y Mariano ha hecho su discurso de investidura.Y Mariano nos ha dicho....¿qué nos ha dicho? Veamos.
Ha centrado su discurso en el problema-drama del desempleo. Ha repetido hasta la saciedad el problema. Pero aunque ese problema se repita muchas veces, si no se dan soluciones tangibles, el problema no deja de existir por sí mismo. No solo no deja de existir si no que se incrementa. Mariano nos dejó en el debate de investidura una cosa clara: la convicción profunda de que los problemas de la economía empiezan y acaban en su cuerpo. No hay ni una sola propuesta que conduzca a frenar la sangría del desempleo. Me corrijo. Medidas si las hay, pero son medidas que están encaminadas, no a la solución del drama, sino que utilizan el drama como alibí o subterfugio para introducir los elementos de desregulación que siempre se han querido introducir desde que se inventó esa cosa que se llama el mercado laboral.
La base argumental es que la encorsetada legislación laboral es la madre de todos los males habidos y por haber en el mundo del trabajo y, en consecuencia, la culpable del paro-drama. Lo que se quiere, en definitiva, es que no haya ningún tipo de control jurídico y social en lo laboral, y que los sindicatos no metan sus narices en los asuntos contractuales. De sus palabras -los desconfiados como yo- deducimos que los elementos fundamentales de la novedades legislativas-laborales van a estar circunscritas al contrato único y al manoseo de la negociación colectiva, intentando que ésta sea lo más unipersonal posible.
Por otra parte se intuye una transformación - o mejor dicho desmantelamiento- del sector público. Lo que entrañará un aumento del desempleo de proporciones imprevisibles, en un país en el que el empleo público está por debajo de la media europea. Esta medida irá conexa a todo un proceso de reorientación-privatización de lo que se da en llamar el Estado del Bienestar, es decir: potenciación de los fondos de pensiones, privatización de la sanidad y la educación, servicios sociales, dependencia, etc. En definitiva y como ya hemos dicho reiteradamente por este cuaderno bitacoriano: la gran dentellada del capital y del beneficio privado hacia lo público.
Palabrería, estribillos, cantinelas y repeticiones soportadas por un sin-fin de folios que le hacían perderse a veces en su discurso, para decirnos -Mariano- que no hay novedad en el frente, que todo está controlado, que hay que cambiarlo todo para que nada cambie y, por consiguiente, que todo siga igual, siguiendo las directrices recetarias de los auténticos inventores y dirigentes de lo que aquí denominamos: La gran mentira económica.
La verdad es que las hordas neoliberales -cuya sección española es el PP- han engañado a la mayoría de la población como corderitos. Provocan una crisis, se autoimponen como solucionadores, y aprovechan el contexto para llegar al triunfo ideológico. Es como si un médico se equivoca y te receta algo que está a punto de matarte, luego -para resolverlo- te diagnostica otra cosa que no tienes para que gastes en los medicamentos de una farmaceutica que le paga comisión. ¿Se rebelará el pueblo antes del estertor final?.
ResponderEliminarSaludos Replicantes.
Estoy de acuerdo, aunque habría que añadir que también ha ganado los del Gürtel, trincadores del dinero público, empresarios (por decir algo)de burbuja, despilfarradores (del dinero de los demás, claro), nefastos gestores, nombres de sobrada negligencia, corruptos, etc, como Gallardón, De Guindo ( se pensará que me he caído de su apellido), Morenés, etc.
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ResponderEliminarBuen artículo... vuelven la Caspa el oscurantismo y la superstición.
ResponderEliminarSaludos indignados!!!
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