Los duques de Palma, al contrario de lo que dice el famoso anuncio, no volverán a casa por Navidad. El Rey no puede dirigirse a la nación desde el calor del hogar en el que estaría presente un miembro al que le llega el agua al cuello en el turbio asunto de desvío de fondos públicos a empresas privadas y propias. El yerno del Rey, su esposa y sus cuatro hijos, pasarán las navidades lejos de la Zarzuela comiendo turrón comprado en Wagshal´s o en alguna tienda de mercadería comestible y de alta calidad de Washington DC.
José Manuel Romero, conde de Fontao y asesor del Rey durante mas de veinte años, le dijo a Urdagarin textualmente: "ni se os ocurra venir por Navidad". Desde el año 2006, cuando ya empezaban a despuntar al alba los asuntos en torno al vil metal del de Zumárraga, el Rey encargó a su hombre de confianza, el conde de Fontao, la misión de enviar al duque consorte de Palma y a su prole a los EEUU, mientras la investigación avanzaba con claras evidencias y pruebas que implicaban a Urdangarin y a sus socios en el caso Babel. Así, el juez que instruye el caso iría cerrando el inexorable y fatal círculo sobre las delictivas actividades de su yerno, mientra éste hacía el mutis por el foro de las américas, alejado de las naturales y primeras dentelladas.
El fiel servidor conde de Fontao, se encargó de buscar acomodo a la infanta Cristina y su familia en un país en el que la Casa Real goza de excelentes relaciones. Pero faltaba el argumento, la artificiosa justificación del traslado del esposo y de la hija del Rey a tierras americanas. Se comenta que fue el mismo Juan Carlos quien llamó a su amigo César Alierta, presidente de Telefónica, para pedirle un favor que nunca olvidaría. El aragonés mordió ¿o no? el anzuelo y nombró consejero de Telefónica en tierras americanas al ex-balonmanista del Barcelona y de la selección. A partir de ahí todo el mundo conoce la historia.
Es cuestión de tiempo que el juez José Castro llame a declarar a Urdangarin como imputado en un asunto que pone al borde del precipicio a toda una institución como es la Corona. Pero descuiden, cuando la citada declaración se produzca, habrá pasado el debate de investidura que hoy termina, se habrá formado el nuevo Gobierno, Juan Carlos I habrá hecho su discurso de Navidad y, cuando estos días tan señalados concluyan, aparecerá Urdangarin para desmentir, bajo un férreo control en el que se le medirá palabra por palabra, todo lo que diga pública y jurídicamente para intentar paliar en la medida de lo posible el REAL, con mayúsculas, estropicio a la Corona.
Es curioso cómo el poder maneja los tiempos y estudia la recomposición de las formas. Las monarquías viven fundamentalmente de ellas, intentando pasar desapercibidas, sin estridencias, pero cuando las formas se rompen, el desastre y las consecuencias son imprevisibles. Los hechos y los comportamientos de los descendientes de la monarquía nos llevan a pensar que, curiosa e inexplicablemente, en el entorno familiar directo del monarca se están haciendo auténticos esfuerzos por instaurar la III República española.
Si es así, bienvenida sea.
El ciudadano Urdagarín, excelente jugador culé de balonmano, de la selección española;de familia numerosa, clase alta,católico practicante y vasco de nacimiento es un claro ejemplo de un chorizo que apoyándose en su braguetazo con una chica hija de un borbón que es rey ha hecho fortuna con fondos públicos desviados a sus empresas, que más tarde se perdían en paraísos fiscales.
ResponderEliminarEn estas un político reconocia : ¿cómo le podías decir que no al yerno del borbón?
Por comportamiento no ejemplar le ha quitado su sitio hasta en el museo de la cera, a la de deportes y con chandal.
Sólo me gustaría decirle al ciudadano Juan Carlos: bien predica, quien bien vive.
Por la Tercera República.