Parece que los sindicatos no están tan defenestrados como nos quieren hacer ver. Aunque los medios afines al nepotismo, al peculado y al clientelismo político nos quieran convencer de que en las 57 ciudades convocadas acudieron "unos cuantos miles", lo cierto -y puedo jurar por lo más sagrado y por lo más lúdico que en ésta bitácora no cobramos ni un duro por mentir- es que cerca de dos millones de personas secundaron el llamamiento de CCOO y UGT para mostrar su rechazo a la reforma laboral, en una convocatoria realizada con cierta urgencia y sin demasiado tiempo para su preparación.
Ello, además del cabreo generalizado, demuestra que el sindicalismo confederal tiene una importante capacidad de convocatoria. Capacidad que ha sorprendido, según palabras de Cándido Méndez, a las propias organizaciones convocantes. ¿No decían que los sindicatos ya no gozaban de prestigio? Bueno, pues finito. Esa nutrida representación del mundo del trabajo que se dio cita el pasado domingo en las 57 ciudades, le ha dado caput al asunto manifestándose contra una reforma laboral nacida fruto de la unión entre una autocracia encubierta de democracia por un lado, y los deseos especuladores del circo financiero y de ruleta rusa internacional por otro. Reforma hecha para acabar precisamente con esa misma democracia -o lo que quedaba de ella- en el interno de la empresa. A la "autocracia recubierta de democracia" se le responde con "democracia pura, real y tangible". Ayer los ciudadanos y ciudadanas españoles dieron una lección de democracia a un gobierno que desde el primer día ha establecido el recorte como bandera, la mentira como mástil y la aplicación de la pérdida de derechos sociales y laborales como faro que ilumina su camino, al objeto de cambiar ésta sociedad para hacerla más desvertebrada, sumisa y moldeable.
El tan reiterado últimamente "desprestigio sindical enlatado" cae pues por su propia mentira y falsedad. Como dice mi querido y admirado doctor Rick: "Cuando me llegan críticas sobre sindicalistas como "chorizos-vagos-traidores" en un plano estructural no les hago ni caso -de hecho ni les dedico diez segundos de mi tiempo-, porque por cuestiones familiares sé como funciona un sindicato por dentro (es como si te dicen que no existen las psicofonías después de haber grabado una). Lo cual no quita que en el plano individual haya jetas -alguno conozco, y muy cerca- como en cualquier otro lugar con humanos. Por eso, cuando veo la demostración de las falacias de esas críticas, se me queda el dulce regustillo intelectual que supone el poder decir: "lo sabía".
Y esta semana se van a escuchar bastantes ladridos de los perros del sistema, porque las manifestaciones del 19F fueron un éxito basado en la necesidad de poner freno a tanta barrabasada. Éxito, sí, mal que le pese a más de uno.
Para reforzar lo dicho, el doctor Rick nos adjunta "documentación acreditativa" en forma de blog titulado: "Quien mucho abarca" (de lectura recomendada) y donde se nos plantean algunos fundamentos ruines del "insulto al sindicalista". Ojo avizor pues. A la caza al sindicalista ya le han levantado la veda.
En Zaragoza la aistencia fué masiva, no ibamos los de siempre, había mucha gente "de antes que hace tiempo no venía" y gente joven, más que en otras manifestaciones pero menos de la que tenía que haber habido.
ResponderEliminarParece que los derechos que se pierden los valoran más los que ha luchado por conseguirlos que aquellos que, por edad, los encontraron hechos y los consideran como algo "normal".
Ladran, luego cabalgamos. Constatación del éxito de la convocatoria del domingo son las incendiarias portadas y calumniosos artículos de los medios rancios de derechas hacia sindicatos y sindicalistas. Mi pesimismo político se ha visto un tanto mitigado por el hecho de constatar que, tras la barbaridad social de la reforma laboral y su contestación en la calle, el tandem gobierno-empresarios (que son lo mismo en estos momentos) tienen miedo, porque cuando ven al proletariado unido saben que somos una masa que podriamos barrerlos y arrojarlos a las cloacas de la historia. Las injusticias durarán lo que nosotros queramos. Pero la marea que nos lleve al mar de la libertad la constituyen todas las gotas unidas y, para eso, el sindicalismo que las aglutine es imprescindible. Así pues, seamos exigentes con nuestros representantes, exijamosles que lo den todo por nosotros, pero no caigamos en la trampa de la derechona de pensar que el movimiento sindical es inútil. Si fuera así no perderían ni un ápice de su dinero ni tiempo en criticarlo en sus medios de DESinformación (y todos sabemos que lo único que les interesa a esa gente es el beneficio).
ResponderEliminarSaludos Replicantes.
Aun así los sindicalistas, necesitan - necesitamos, un amplio replanteamiento. Pero ahora no. Toca el "cada uno en su puesto" "proa al tsunami" y ni caso a los besugos que lleva.
ResponderEliminarY la unidad sindical ¿para cuando?. La derecha se organiza -ya lleva organizada mucho tiempo- y sin embargo los dos grandes sindicatos, teniendo los mismos planteamientos, siguen manteniendo dos macro-estructuras diferentes en tiempos de crisis profunda que les obliga, incluso ha llevar a cabo ERE´S en sus distintos ámbitos.
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