domingo, 23 de junio de 2013

Ahora Brasil



Foto AFP


La ciudadanía brasileña harta de que su gobierno la ignore poniéndola por debajo de los macro fastos futbolisticos y olímpicos, ha salido a la calle. Y lo ha hecho con fuerza, pues son millones de personas las que se manifiestan en las principales ciudades para denunciar los grandísimos gastos que dichos eventos conllevan. 

Fue un intento de subida del transporte el que originó la gota que colma el vaso de la paciencia ciudadana. El poder traspasó esa fina linea que separa la paciencia social con el cabreo y la indignación generalizada. En Brasil se han dado las contradicciones específicas de un país de los denominados "emergentes" que, si bien ha dado pasos importantes en la democratización del modelo político y social, esa misma democratización "al uso" ha generado grandes desigualdades sociales, y de manera muy especial con respecto a la juventud.

Brasil está calificado como el país en el que mayores desigualdades se producen del mundo, aunque atraviesa un proceso importante donde los avances sociales se están dejando notar desde la llegada al poder del PT. Un dato: el fenómeno de las manifestaciones es que están dirigidas y llevadas a cabo, en su inmensa mayoría, por los jóvenes. La derecha, en la oposición, y los principales medios de comunicación al servicio de la misma, han pasado de criticar las movilizaciones a apoyarlas, en un claro intento de desgastar al gobierno de Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores. Partido del que no podemos olvidar tiene una ascendencia sindical, es decir, fue formado en su origen por dirigentes sindicales, junto a intelectuales de izquierda y católicos con fuertes lazos dentro de la Teoría de la Liberación. El hecho de que el partido en el poder tenga ese perfil, no deja de resultar que dichas movilizaciones sean aún más sorprendentes. Los jóvenes están demostrando que tienen una componente de izquierda ideologica importante, por lo que la estratégia de la oposición no ha tenido calado y sí un clamoroso rechazo.

Después de duras y masivas manifestaciones, el movimiento ha conseguido lo que pretendía: que el gobierno eche marcha atrás en la subida del transporte. Un gran logro. Pero ahora, dicho movimiento, como todos los que hemos conocido de las mismas características hasta el momento y después de una primera fase, se encuentra en la encrucijada de por dónde dirigirse y hacia qué objetivos concretos. En los próximos días veremos cómo se van desarrollando los acontecimientos e iremos aclarando las ideas, pero si el movimiento tiene una raíz juvenil, el gobierno, con su presidenta a la cabeza, haría bien en crear urgentemente un proceso de diálogo y negociación con lo más representativo del mismo, al objeto de establecer políticas que tengan en cuenta las inquietudes que se plantean conformando un discurso y una política específica por y para la juventud.

Mientras tanto, esos próceres de la FIFA y ex-estrellas balompédicas, harían bien en dejar de decir sandeces e intentar comprender un poco más lo que es el mundo real, pues en Brasil, como podemos ver, no todo es fútbol y samba.

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