Aclaremos: los trabajadores y trabajadoras no son los responsables de la crisis, son las víctimas. Los auténticos culpables son los mercados y los gobiernos que les han permitido todo tipo de fechorías financieras.
Los asalariados no son parásitos sociales que han vivido "por encima de sus posibilidades". Son los que alimentan al país de la verdadera riqueza económica y social. El gobierno, en su estudiada estratégia, pretende hacernos creer todo lo contrario: que la culpa del desaguisado la tienen los empleados públicos, el déficit, los costes laborales, la rigidez en la contratación o el estado del medioestar. En este circo al que nos han llevado, los únicos que han vivido por encima de sus posibilidades son los especuladores financieros, a quienes "nuestros políticos" están salvando de la quema con nuestro dinero y nuestros derechos.
El pasado 9 de febrero, el ministro de Economía De Guindos se dirigía -sin ser consciente de que le estaban grabando- a Olli Rhen, Vicepresidente de la Comisión y responsable de Asuntos Económicos. Le susurraba -no exento de un cierto grado de satisfacción- una lacónica frase: "Mañana aprobaremos la reforma del mercado laboral y vas a ver que será extremadanente agresiva, con mucha flexibilidad.... y reduciremos la indemnización por despido.... Ya verás, ya verás". En la frase se condensa toda la brutalidad de la política económica del gobierno, que recae, exclusivamente, sobre las espaldas de los que nada han tenido que ver con el problema.
Se vende el asqueroso y recalcitrante mensaje de "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", mientras se desmantela el mal llamado -por inconcluso en relación a otros estados del bienestar europeos-"estado del bienestar". Así mismo se nos dice que la deuda pública es otra de las grandes culpables de la crisis en España, sobre la cual es necesario conocer unos datos referenciales: que en 2011 fue 22 puntos inferior a la de Alemania, 11 puntos inferior a la de Francia y 57 a la italiana. ¿Dónde está entonces el problema? Pues en el tremendo hachazo que desde lo privado,se le pretende dar a lo público,convirtiéndolo en fuente de negocio por parte de aquellos que inventaron lo que aquí llamamos "la gran mentira financiera", el "mega-fraude sin precedentes en la historia de la humanidad". Una vez descubierto el "ladrillazo" y explotada la burbuja, las grandes fuentes de financiación privada como la sanidad, la educación y las pensiones, serán ámbitos especulativos a los que se les sacará todo el jugo posible después de quitárselo a la sociedad, creando un espacio donde los que no tengan cabida por no ser rentables, serán apartados sin contemplaciones. Hoy mismo, la sanidad en España ha dejado de ser "universal" para ser "dual": los que tienen derecho a asistencia y los que no. Empezaremos a ver, más pronto que tarde, algo que hace unos meses era impensable: personas suplicando asistencia sanitaria en los centros de salud.
Ahora toca vender la falta de rentabilidad de lo público. Y para ello ocultan lo que les interesa, como los estudios realizados por economistas relevantes que plantean otro criterio totalmente diferente al "oficial": la rentabilidad y necesidad, no sólo de la inversión pública, sino de lo público como sistema indiscutible de generación de empleo. Economistas que aseguran que por cada euro invertido en educacion o sanidad, se genera el triple de empleo que si ese mismo euro se destinara a la empresa privada. Por otro lado y según datos sindicales sobre la banca española el "asalto" a las cajas de ahorros por parte de los bancos, cuesta la escalofriante cifra de 25.000.000.000 de €. Más o menos el equivalente al recorte dado al gasto social. Lo dramáticamente paradójico es que con esa cifra de once dígitos no se ha creado un solo empleo.Por el contrario, ha servido para mandar a engrosar a las cifras del paro al 20% de las plantillas (15.000 personas). Una "subvención" encubierta para los bancos de 1.700.000 € por trabajador despedido.
Y ahora toca también echar la culpa a los salarios, a los costes laborales, a la "rigidez" del mercado laboral -los grandes objetivos históricos de la patronal española- y se establece, por decreto, que en este país se elimina la democracia en las empresas, columna vertebral de las relaciones laborales que se han venido desarrollando desde la transición. Esa es la reforma laboral del "ya verás, ya verás.." que tan cariñosamente susurraba en la oreja el ministro a Olí Rehn. La bestial reforma del PP, CIU y CEOE, abusiva y degradante, que que servirá exclusivamente para generar más paro, precariedad y empobrecimiento.
Y pretenden, con un bombardeo informativo incesante que nos resignemos, intentando convencernos de que "es lo mejor para nosotros". Para ello necesitan el control de todos y cada uno de los medios de comunicación, no teniendo empacho en retomar el control absoluto de RTVE, haciendo del ente público un medio al servicio exclusivo de sus macabras necesidades de domesticación-manipulación de la opinión pública por encima de la libertad, la transparencia y la profesionalidad que en estos momentos prima en un medio público y pagado con dinero de todos los españoles.
También quieren que seamos sumisos, por lo que tampoco les cuesta ningun trabajo elevar a la altura de "delito" cualquier acto de protesta -incluso pasiva- en la calle. También necesitan que los trabajadores queden desarmados de su derecho de huelga, por lo que están gestando y maquinando cómo derogarla.
Con su mayoría absoluta se sienten legitimados para hacer lo que les venga en gana, incluso recortando derechos que hasta hace poco parecían incuestionables. Pero esa legitimidad queda en entredicho cuando el PP, con Rajoy a la cabeza, se presentó a unas elecciones asegurando que no iba hacer nada de lo que ahora está haciendo. Rajoy ha mentido y lo ha hecho de forma grave atentando contra derechos que en campaña eran "intocables", por tanto, su legitimidad política queda a la altura del zapato. Los resultados de las elecciones andaluzas y asturianas -con las que Rajoy pretendía un plebiscito renovado de su política- son una buena muestra de ello.
Buscan resignación y aceptación sumisa hacia un cambio de modelo de sociedad privatizada y con unos derechos limitados al máximo. Pero enfrente hay una clara demostración de cabreo de indignación y de rechazo generalizado. Las manifestaciones llevadas a cabo el pasado 29M y el éxito de la Huelga General convocada por los sindicatos, son una buena muestra de ello. Ahora el "1 de Mayo". Un primero de Mayo nada convencional, donde lo que se reclama no es una defensa "tradicional" de las condiciones de trabajo, sino algo más importante: la defensa de un modelo de sociedad y de libertades conquistadas con mucho sacrificio. Quien no lucha por la defensa de sus derechos, con su pasividad está "colaborando" para perderlos.
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