El pasado jueves, ETA emitía un comunicado que todo el mundo analiza con gran alborozo pero con cierto grado de prudencia, pues no se habla de disolución, ni de la entrega de las armas, pero donde se recalca y manifiesta el abandono definitivo de la violencia. Así mismo ETA emplaza a los gobiernos de España y Francia a entrar "en un proceso de diálogo que tenga por objeto la resolución del conflicto". Cuestión esta que deja serias dudas de si la banda terrorista pondrá o no condiciones a la negociación. En cualquier caso, parece que es un paso importante y sin marcha atrás.
A partir de ahora lo que resta es esperar que todo el mundo actúe con grandes dosis de responsabilidad, para, desde una posición de firmeza, abrir un futuro de esperanza serio y eficaz, basado el el más profundo respeto a quienes más han perdido en la pesadilla del terrorismo etarra: las víctimas.
Es innegable que Zapatero ha tenido mucho que ver en esto. Durante su mandato ha sabido alternar la presión policial y judicial, junto a la inestimable colaboración del Gobierno francés, con una política entre bastidores que han posibilitado que ETA anuncie lo que ha anunciado y pueda optar por entrar en el redil político y democrático. Es necesario indicar también que ETA ha tenido un debate interno muy importante, donde los presos han jugado un papel relevante. De cualquier forma hay que hacer ese reconocimiento al actual Presidente del Gobierno. Zapatero ha hecho cosas mal, rematadamente mal, pero es incuestionable su buena mano en el asunto del terrorismo etarra, que le hará pasar a la historia -si es que la historia por fin llega a buen puerto- como el presidente con el que ETA abandonó definitivamente la violencia.
Amaiur (conformada por Eusko Alkartasuna, Alternatiba, e independientes de la izquierda abertzale) podría ser ese redil y colocarse en el Congreso de los Diputados -incluso con grupo propio- y desde sus escaños entrar en la reivindicación política, que tiene como epicentro la autodeterminación del País Vasco.
A partir del 20N y de sus resultados, se vislumbra una nueva etapa donde la política se abre paso necesariamente a la violencia, utilizando la palabra y aceptando las reglas democráticas para conseguir esos fines. Y a partir de ese 20N, si los resultados son los que las encuestas pronostican, de Rajoy dependerá si es capaz de llevar con inteligencia el testigo dejado por Zapatero en lo referente a ETA, al objeto de rematar la faena y conseguir que Euskadi y España sean lugares donde la libertad y la democracia lleguen a sus cotas más elevadas. Sin duda, la labor no será fácil y tendrá que templar muchas gaitas, tanto dentro, como fuera de su partido.
Cierto es que al César hay que darle lo que es del César, y coincido con que Zapatero ha hecho mucho por el final del terrorismo. Apostó por entablar contactos con ETA cuando llegaban señales inequívocas de que el mundo abertzale (me niego a definirlos como izquierda) estaba planteando dejar la violencia y, cuando los terroristas pusieron la bomba de la T4 para sorpresa de su propio brazo político, el presidente del gobierno quedó para la mayoría de la sociedad vasca -nacionalistas incluidos- como alguien que intentó al máximo alcanzar la paz. Ahí ETA perdió gran número de apoyos, lo que, sumados a la innegable -e imprescindible- eficacia policial, han llevado a donde estamos hoy.
ResponderEliminarAsí que, de momento, a alegrarse de uno de los pocos temas que parece que se encauzan en el mundo actual.
Saludos Replicantes.