miércoles, 11 de diciembre de 2013

Algo se está moviendo en el periodismo. Habla Plácido Díez

Foto Heraldo de Aragón
En la misma junta extraordinaria de accionistas en la que el presidente ejecutivo de Prisa, Juan Luis Cebrián, y el consejero delegado, Fernando Abril Martorell, presentan un acuerdo para refinanciar con un plazo de vencimiento de seis años una deuda de 3.216 millones de euros, el primero cita a Mandela para afirmar textualmente que “una prensa crítica, independiente y de investigación es la sangre de la democracia; debe ser libre de la interferencia del Estado; debe tener suficiente potencia económica para resistir las lisonjas de los funcionarios gubernamentales; debe poseer una independencia respecto a los intereses creados para ser valiente e inquisitiva, sin miedos ni favores”. 


Pocas horas después, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sugiere, deja caer, que los que están hablando y escribiendo de purga en la Administración Tributaria, y de presiones ministeriales contra los inspectores que han abierto una investigación a la cementera mexicana Cemex, son los mismos grupos de comunicación que han estado en su despacho para contarle sus problemas con Hacienda. 

¿Se puede ser crítico, independiente y hacer un periodismo de investigación, con más de tres mil millones de euros de deuda con 28 bancos y 17 fondos de inversión? ¿Van a ser los bancos y los fondos de inversión los garantes de esa independencia de la que hablaba Mandela cuya coherencia y autenticidad está siendo utilizada por quienes arrastraron a grupos de comunicación de referencia, con una enorme credibilidad periodística, a una deuda asfixiante que les está obligando a poner en la calle, con la liquidez que le han facilitado las entidades financieras, a periodistas contrastados, con recorrido y capacidad crítica, difíciles de doblegar, y a vender activos “no estratégicos”?

Al final, el periodismo está siendo rehén de la deuda de los grandes grupos de comunicación cuya prioridad, por delante de la calidad y de la función social de contrapoder, está siendo la de equilibrar las cuentas de resultados, comercializando al máximo los contenidos, para poder pagar a los bancos. De hecho, el Grupo Prisa ha reducido en 1.730 millones de euros su deuda en los últimos cuatro años.

De esta situación, ha surgido y está surgiendo en los últimos tiempos una corriente, que conecta con la transición y con la década de los ochenta, para hacer periodismo, fuera de esas grandes burbujas de expansiones desmedidas y deuda, a través de un pacto directo entre periodistas y ciudadanos.

Esta corriente se sustenta en una demanda creciente de los ciudadanos, particularmente de los que se sitúan en el centroizquierda, de un periodismo más independiente, más crítico y más incómodo para los grandes poderes económicos. Un periodismo, en definitiva, que garantice una saludable opinión pública y que detenga la anemia de la democracia española.

En los últimos días he conocido dos casos, “Infolibre”, dirigida por Jesús Maraña, y “Alternativas económicas”, dirigida por Andreu Missé, que están intentando hacer un periodismo que se salga de la sobreabundancia, de la infoxicación, de la superficialidad, del consumo rápido, buscando la especialización, la profundización, la apuesta en definitiva por hacer un periodismo íntegramente al servicio de los ciudadanos. Ser la sangre de la democracia a la que aludía Mandela.

Algo se está moviendo en el periodismo

En los dos casos que he citado, sus promotores, periodistas veteranos que han sido referencias y que ha salido en los últimos meses de “El País”, de “Público” y de “RTVE”, se han inspirado en modelos franceses que se han blindado frente a la publicidad y los cantos de sirenas de los grandes poderes económicos y financieros, y que ya han levantado primicias como la de la financiación irregular del partido del expresidente Sarkozy por parte de la propietaria de L´Oréal. 

Con toda la cautela y fragilidad de lo que está empezando, las dos iniciativas están captando por goteo suscriptores que les aseguren la independencia y les den fuerza para seguir adelante sobre la base de que el periodismo de calidad en la red o en papel, que son compatibles, hay que pagarlo. “Infolibre” es un periódico digital especializado que mensualmente entrega a sus suscriptores una revista en papel, “Tinta libre”, con asuntos para el debate en profundidad y con un cuidado diseño.

“Infolibre” cuenta con pequeños accionistas que aportan capital a la sociedad limitada, entre ellos la marca original francesa Mediapart,, y cuenta también con las donaciones de una sociedad de amigos entre los que aparecen entre otros los nombres de Joaquín Sabina o Pedro Almodóvar.

“Alternativas económicas”, una revista mensual especializada en información económica, en otra información económica, cuenta también con unos socios fundadores que nunca representarán más del 30 por ciento del capital de la cooperativa frente al 70 por ciento de los siete socios trabajadores, algunos de los cuales han capitalizado su paro. Ninguno de ellos gana más de mil euros mensuales limpios. En este caso estamos hablando de economía social.

Los dos casos son síntomas de la vitalidad de la sociedad española, de los periodistas que no se resignan a depender de las entidades financieras y de los ciudadanos que se están comprometiendo para abrir nuevos caminos al periodismo que revitalicen la democracia.

Salvando las distancias, y la irrupción de Internet y de las redes sociales, la situación empieza a recordar a la de finales de los setenta y principios de los ochenta en las que nacieron tantos medios de comunicación por el empuje de pequeños accionistas y filántropos que amaban la libertad de expresión y la independencia periodística.

 (Plácido Díez Bella es Licenciado en Ciencias de la Información, Periodismo, por la Universidad Autónoma de Barcelona y -lo que no es moco de pavo por estas bitácoras-   Pregonero de las Fiestas del Pilar 2011 (Pincha aquí)